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Conocer el cerebro para la excelencia en la educación (I)

“Conocer el cerebro para la excelencia en la educación” es un manual editado en el 2010 por Innobasque y escrito por Nieves Maya (directora del Colegio Carmelitas de Vitoria y miembro del Ícaro Think Tank) y Santiago Rivero (consejero de Human Management Systems y patrono de NSF), bajo la dirección científica de F.C. Rubia, cuyo objetivo es “es conocer, en líneas generales y en la medida en que puede tener un interés para la docencia, el estado de las investigaciones científicas relacionadas con el conocimiento del cerebro: su fisiología y funcionamiento; el análisis de la medida en que existen, o no, prácticas inspiradas en dichos conocimientos; y la identificación de iniciativas que se perciban como prometedoras, en lo referente a expectativas de desarrollos futuros relativos a la aplicación de la neurociencia para la mejora de la docencia”. La presentación del mismo la pueden ver pinchando aquí.
Como bien afirma Luis María Ullibarri en la introducción a este trabajo “que todo agente educativo conozca y entienda cómo aprende el cerebro, cómo procesa la información, cómo controla las emociones, los sentimientos, los estados conductuales, o cómo es frágil frente a determinados estímulos, llega a ser un requisito indispensable para la innovación pedagógica y transformación de los sistemas educativos”.

Y es que como nos recuerda el Sr.Rubia “Conceptos antiguos como memoria o inteligencia han quedado obsoletos al entender que estas facultades se descomponen en diversos tipos que hay que tener en cuenta. La memoria o la inteligencia ya no son unitarias y dependiendo del tipo de que se trate cada uno de ellos debe ser desarrollado adecuadamente. Por eso es importante conocer primero las disposiciones de cada alumno para poder tratarlo de acuerdo con sus facultades. No hay que olvidar que nada se aprende mejor que sobre lo ya conocido y en este sentido al igual que estamos cerca de una medicina personalizada, también en educación nos encaminamos cada día más a una enseñanza que tenga en cuenta las predisposiciones de cada individuo”.

Si bien el avance de todo tipo de ciencias constituye un logro digno de la mayor consideración, los objetivos a los que apunta la neurociencia y los logros que se empiezan a conseguir, junto con futuros descubrimientos que ya se atisban, permiten concebir la esperanza de conocer, en un tiempo no demasiado lejano, las claves para el óptimo desarrollo del potencial intelectual de las personas.


El manual se organiza en torno a cuatro partes, de la siguiente manera:

En la primera parte del trabajo se recogen algunos aspectos interesantes relacionados con el cerebro: estructuras, funcionamiento y aspectos que inciden en el mismo.

En la segunda parte, se hace referencia a aspectos relacionados con la evolución cerebral, su capacidad de aprender, la influencia de la educación y del entorno para el desarrollo y la activación de la misma, el aprendizaje de cuestiones como las matemáticas y el lenguaje, y otros aspectos, en los que se relaciona la anatomía cerebral con su incidencia en los procesos de aprendizaje.

En la parte tercera se incluye una relación de personas y organizaciones que están involucradas en la aplicación de la neurociencia a la mejora de las prácticas educativas y otras cuestiones relacionadas con ésta.

La cuarta parte hace referencia a la situación actual de la neurociencia, la deseable interacción con los profesionales de la educación y qué cabe esperar de esta interdisciplinariedad neurociencia-educación. Asimismo se indican cuáles son las líneas de trabajo que se considera interesante acometer con el fin de sacar un máximo rendimiento de la aplicación de la neurociencia a la educación y el desarrollo de las capacidades de las personas.

Hoy resumimos los contenidos de la primera de las partes donde los descubrimientos sobre los aspectos emocionales tienen un papel preponderante.

Y es que hoy la ciencia afirma que todos los procesos de aprendizaje que se realizan en el cerebro tienen una base emocional. Las emociones positivas ayudan a la motivación mientras que las emociones negativas obstaculizan cualquier intento por aprender. A su vez, el uso de las emociones positivas para el desarrollo cognoscitivo es de especial importancia en la autoestima del alumno, ya que aprende a no asociar el fallo al fracaso o a emociones negativas.

Por esta misma razón los estados de estrés o miedo perjudican al aprendizaje. Mientras un moderado nivel de estrés resulta positivo para el mantenimiento del estado de alerta y de la atención, lo que a su vez permite al cerebro estar en las condiciones óptimas para tratar la información, más allá de eso puede resultar nefasto ya que se segrega cortisol, una sustancia química que produce efectos negativos en el aprendizaje y en la memoria.

Aquí radica la importancia de controlar las emociones. La inteligencia emocional generalmente es referida a la habilidad de autorregularse, es decir, de controlar los impulsos e instintos inmediatos, pero no podemos olvidar que también se refiere a la cooperación, esto es, truncar una satisfacción personal para ayudar o satisfacer al prójimo. Aprender a retrasar la gratificación y a cooperar con el grupo es un buen método para formar alumnos emocionalmente inteligentes.

Quisiéramos destacar de los contenidos de esta primera parte una serie de acciones probadas que contribuyen al “buen funcionamiento” de nuestro cerebro y que podemos poner en práctica en nuestra vida cotidiana, pero especialmente entre nuestros/as jóvenes:

1. El desayuno es esencial para el cerebro, ya que proporciona una ingesta de glucosa importante sin la cual muchas funciones cerebrales se resienten. Es importante a su vez que durante el día se cuide el aporte necesario de agua, nutrientes y glucosa, ya que estos elementos vitales no son producidos por el cuerpo y por lo tanto, han de ser ingeridos

2. El cerebro está constituido en, más de un 80%, por agua; por lo tanto, debemos prevenir la deshidratación, ya que podría dañar funciones cerebrales como la concentración y la memoria.

3. Recientes investigaciones indican que el ejercicio es beneficioso para mejorar la función cerebral y el estado de ánimo e incrementar el aprendizaje.

4. Unos buenos hábitos de sueño y dormir las horas recomendadas pueden tener efectos muy positivos en el aprendizaje, ya que ayudan a consolidar los conceptos aprendidos y se regeneran neuronas necesarias para seguir comprendiendo y entendiendo el medio que nos rodea, a la mañana siguiente.

5. Finalmente que el ambiente en el que se muevan los/as niños/as sea lo más relajado y tranquilo aumenta sus posibilidades de concentración y de mejora de sus capacidades cognitivas. El estrés disminuye la función del hipocampo (neurogénesis), reduce la plasticidad cerebral y aumenta en exceso la actividad de la amígdala sobre el hipocampo, lo que da origen a una disminución del control de las emociones (emociones poco controladas).

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