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¿Qué Europa queremos y en qué mundo?

Por Federico Solana,  Presidente de
Novia Salcedo Fundación y miembro de Ícaro Think Tank- Martes, Artículo
aparecido en Deia 19 de Junio de 2012

Durante las últimas décadas pensábamos que
habíamos creado una Europa democrática, crisol de libertades y derechos que nos
convencían, que éramos una moderna e inclusiva civilización occidental basada
en estados de bienestar en donde no volverían a cometerse los trágicos errores
del pasado que desembocaron en una conflagración a escala mundial. Sin embargo,
estamos ante un momento convulso y observamos, por un lado, que los resultados
electorales obtenidos en países como Grecia, Holanda o Austria, por mencionar algún
ejemplo, han hecho resurgir a una creciente extrema derecha, xenófoba,
nacionalista y radical en el espectro político europeo. Por otro lado,
escuchamos en las noticias que el pasado 7 de junio la UE ha aprobado la
reforma del Tratado Schengen (1985), uno de los pasos más importantes que se
hayan dado en la historia de la construcción de la Unión Europea, basada en
medidas de cooperación y coordinación en materia de seguridad. Según la nueva
modalidad, los países podrán llevar a cabo controles en las fronteras o
cerrarlas completamente ante situaciones como una afluencia masiva de
inmigrantes, incluso si esta no supone riesgos para la seguridad pública.
¿Por qué nos está sucediendo esto?
Porque cuando una sociedad se ve hundida en la crisis cunde el pánico entre sus
ciudadanos más débiles, los más desprotegidos, los que se sitúan más próximos a
la tragedia del paro, de la exclusión social y de la competencia salarial de
menor nivel. En algunos casos, los partidos políticos democráticos aún
mayoritarios se coaligan con los radicales extremos o, al menos, están
dispuestos a adoptar sus políticas xenófobas, sus recortes de derechos y sus
limitaciones hasta grado máximo de las libertades del individuo con tal de
ganar votos. Se produce un sentimiento de amenaza, de pérdida de acceso a
puestos de trabajo, de pérdida de derechos, costumbres, tradiciones o modos de
vida, transmitidos de generación en generación y que son núcleo generador de su
sentido nacional de pertenencia. Las investigaciones realizadas por los
sociólogos muestran que la mayor parte de los votantes de agrupaciones
radicales proceden de zonas rurales y de ámbitos industrializados en proceso de
reconversión especialmente degradados.

Los individuos llegan a entregar con
facilidad su libertad a cambio de una más decidida intervención de los poderes
públicos, que les ofrezca protección y seguridad, aunque para ello se vean
anulados derechos civiles. Incluso se refuerzan los rasgos identitarios,
poniéndolos como muro de contención contra el ataque y la agresión del
diferente, del extraño, del allien.

La actual Europa no debe dejar de unir
la defensa de los más necesitados y la protección de los derechos sociales
básicos -sanidad, educación, igualdad de todos ante la ley….- con el
fortalecimiento de los derechos individuales y el mantenimiento de los niveles
más elevados de libertad, en un sistema equilibrado de defensa y protección de
intereses distintos y muchas veces contradictorios.

Para ello, todos los integrantes de la
Unión Europea debemos trabajar para funcionar como un todo integrado y unido,
hacia un fin social de alta calidad y con una visión común. Tenemos que cumplir
la condición que Pierre Vimont, secretario general del Servicio Europeo para la
Acción Exterior, propuso en su intervención ¿Qué
Europa y en qué mundo? ¿Qué debemos hacer para que Europa recupere la energía,
el entusiasmo y la esperanza?
, en el coloquio de la Fundación
Robert Schuman: «En primer lugar, se necesita definir una cierta visión
estratégica para la Unión Europea. Deberíamos tratar de tener un plan de acción
realista, concreto y fácilmente comprensible para los próximos cinco o seis
años. Ese plan debiera contener prioridades bien identificadas y consensuadas
sin olvidar esa noble aspiración de estar basada en estados de bienestar, pero
para todos.

Solo Europa dispone de innumerables
medios de acción para lograr esos fines. Simplemente, esos medios no serán
eficaces si no están sólidamente coordinados. Solo si se persigue esa
coherencia la Unión Europea puede reencontrar su razón de ser y encontrar su
sitio en la escena internacional».

2 comentarios

  1. Sr. Federico Solana, comparto las reflexiones "que son de manual" y en la medida, pondre el enlace en blogs. Me siento involugrado y con inquietudes sociales desde joven, y perplejo con la evolución colectiva "la crisis". Estamos cada vez más acelerado, ante un mundo muy poblado y todavia con muchas dificultades, injusticias, violencias, hambre…"antaño no había mucha cultura, los medios especialmente de comunicación eran inexistentes y la disputa por unos "viveres" se resolvía con armas.
    ¿Esto, es el progreso? ¿volvemos a lo mismo?
    ¡Acabaremos con la esperanza! y con el planeta.
    La cultura, la inteligencia deben ser pioneras y no sola, la política, la economía y la acción social como sistema para progresar y desarrollarnos, en libertad, dignidad, y oportunidades para todos. Un abrazo de Juan Martín

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