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Erasmo, el humanista molesto

Transcribimos un artículo del escritor Francisco Asensi que nos ha hecho llegar el Presidente de honor de la Fundación Novia Salcedo, Txomin Bereciartua, por su reflexión acerca del paralelismo con los tiempos actuales.
 
El tema del artículo surge a raíz del llamado «Debate de Ávila» celebrado el pasado 28 de junio en el marco de la II Escuela de Verano organizada por la Universidad Católica de Ávila y el periódico La Razón. El acto de clausura del curso tuvo como lema El humanismo en el siglo XXI y en él se pudo asistir a la exposición de las dos corrientes que están protagonizando la gran batalla cultural de nuestros días: el humanismo cristiano vs. las propuestas surgidas de las corrientes materialistas del ateísmo y el laicismo.
Corrientes representadas por dos figuras emblemáticas que los organizadores invitaron: el Cardenal Antonio Cañizares y el ex-Presidente del Gobierno y Consejero de Estado José Luis Rodriguez Zapatero.
 

«En el Debate de Ávila: Cañizares
versus Zapatero
se han oído palabras solemnes por parte de uno y otro.
Dejo los comentarios a los profesionales. A propósito de ese HUMANISMO
DEL SIGLO XXI
, me han venido a la memoria otros tiempos convulsos
(siglo XVI) que, mutatis mutandis, estamos viviendo y sufriendo hoy.
Como con dolores de parto. Y no sólo en el aspecto económico. Ahora, como
entonces, se trata de la identidad de Europa. Bueno será, pues, recordar a Erasmo
y el humanismo
que él preconizaba.

Ninguna autoridad moral de su tiempo,
podía compararse con la de Erasmo. Jamás un hombre particular poseyó en Europa
un poder universal merced sólo a su persona y su valía. Para su tiempo, llegó a
ser el símbolo de los anhelos espirituales colectivos. Por primera vez, el
poder ético y espiritual tuvo la precedencia sobre el poder político (por poco
tiempo, desgraciadamente). Él y su obra tuvieron gran trascendencia en toda
Europa. Sus escritos eran leídos atentamente, sopesados y discutidos. A nadie
dejaron indiferente. Carlos V, Enrique VIII y Francisco I pidieron sus
consejos. Cinco universidades le ofrecieron cátedra. Tres reformadores: Lutero,
Melanchton y Zuinglio lo cortejaron para obtener una palabra de aprobación.
Durante toda su vida había rechazado despreciativamente todos los cargos de
este mundo, a causa de su libertad. Erasmo era un hombre prudente, íntegro e
insobornable. Cualidades que, a su juicio, deberán tener los verdaderos
humanistas, esos hombres espirituales que con su rectitud moral y su sabiduría
han de cambiar el mundo. Nunca se vendió. Por encima de todo, prefirió su
libertad y su independencia, Siempre permaneció fiel a su lema Concedo nulli
(No cedo ante nadie). Él fue el humanista que encarnó, como nadie en su
tiempo, el poder invisible del espíritu.

En sus últimos años, Erasmo se volvió
escéptico, tuvo la impresión de que su obra había sido baldía y esto le amargó
en el lecho de su muerte. Los católicos no lo invitaban, los protestantes se
mofaban de él. Nadie requería ya su opinión. Como él mismo se quejaba en sus
últimas cartas: Mis enemigos aumentan y mis amigos desaparecen.
¿Quién era Erasmo y cuál fue su obra para
que tantos lo aclamasen con tanta devoción? ¿Qué características tuvo el
humanismo que alumbró? ¿En qué consistió su originalidad? He ahí unas
cuestiones a considerar.

Al humanismo renacentista que se gesta en
Europa a lo largo de los siglos XV y XVI, Erasmo le imprime su impronta
personal. Su philosophia Christi tiene como pilares fundamentales
una gran confianza en el hombre y en la fuerza de la libertad.

El descubrimiento de la humanitas
conlleva la exaltación de todos los valores humanos. Esto hace que los
humanistas vuelvan a los antepasados griegos y latinos. Su conocimiento y
cultivo son considerados como condición indispensable para entender el hombre y
el mundo, y pueden servir de modelo y ejemplo al hombre moderno. Protágoras
(siglo IV a.Xto) ya hablaba del Homo omnium rerum mensura est (el
hombre es la medida de todas las cosas). Según eso, el hombre (sea cual sea la
traducción y sentido que se le de a ese aforismo), tiene entidad propia,
constituye el referente y centro alrededor del cual deben girar todas las
cosas. A esos descubrimientos paganos (pagano no en el sentido peyorativo que
le da la Iglesia), el humanismo cristiano aporta los valores e ideales que
aparecen en el Evangelio. De ahí también la importancia de volver a los
orígenes del cristianismo primitivo y de desembarazarse de todas las
excrecencias que se le han añadido a través de los siglos. La visión personal
que Erasmo tiene del hombre y del mundo es una visión cristiana, pero
completamente nueva y moderna. Mira al hombre y al mundo con ojos limpios, sin
las legañas de siglos que ha enturbiado la mirada de la Iglesia. Esas legañas
son hoy cataratas con glaucoma cuyo diagnóstico es poco esperanzador; puede que
acaben en ceguera total. Su humanismo será, pues, un humanismo cristiano
nuevo.
En esto, como en tantas otras muchísimas cosas, Erasmo se adelantó a
su tiempo. Vio más allá de la corta y ramplona vista de los jerarcas
eclesiásticos y de los teólogos de su tiempo. El aggiornamento de la
Iglesia y del cristianismo que en el siglo pasado intentó el papa bueno,
Juan XXIII, con su concilio (y que Juan Pablo II y Benedicto XVI con estudiada
astucia han hecho fracasar) ya lo intentó Erasmo. He ahí la actualidad de su
humanismo. El nuevo cristianismo que defiende Erasmo en el Enquiridion
militis christiani
y el Novum Instrumentum nada tiene que
ver con la Teología Escolástica con la que se identificaba plenamente la
Iglesia de su tiempo.

En el escrito al eximio teólogo y
humanista Martín Dorp, que se lamentaba de la inoportunidad de su Stultitiae
Laus
(El elogio de la locura), publicado en 1509, (locura
irónica y crítica), vuelve sobre el tema de los teólogos: en su manera de
perder el tiempo en discusiones vanas… hombres dados a luchas verbales… que no
tienen tiempo de leer el Evangelio… Te podría presentar a quienes han pasado ya
de los ochenta y que han perdido buena parte de su vida en naderías de este
jaez, sin siquiera haber abierto los Evangelios… No hablemos de la falta de
base de esta Teología: monstruosa, bárbara, artificial, totalmente insensible a
las artes liberales y a las lenguas clásicas… Esta Teología está tan adulterada
por Aristóteles y por insignificantes invenciones humanas que dudo si conoce
algo del puro y genuino Cristo. ¿Qué tiene que ver Cristo con Aristóteles o los
misterios de eterna sabiduría con la sutil sofistería? ¿Qué se busca con ese
laberinto de temas, que en su mayoría son una pérdida de tiempo, sino la simple
gresca y crear disensión?… Hay muchas y grandes cuestiones que es mejor
ignorarlas que investigarlas, viendo como vemos que algunas cosas no podemos
conocer y otras muchas en que la incertidumbre es mucho más provechosa que la
misma certeza… Hoy no tienen límite las investigaciones inútiles, raíz de todas
las discordias… En suma, hemos llegado a un punto en que la base de la doctrina
expuesta no se fundamenta tanto en la doctrina de Cristo cuanto en las
definiciones de los escolásticos y en el poder de los obispos. En consecuencia,
todo está tan complicado que no hay siquiera esperanza de volver a traer al
mundo al verdadero cristianismo…
Escepticismo amargo el que rezuma Erasmo.
Sus textos pueden aplicarse, sin necesidad de cambiar una coma, a la situación
de la Iglesia actual.

Erasmo rompe con la christianitas
(concepción hierocrática que Juan Pablo II añoraba y que hoy día se trata de
“resucitar” con la tan cacareada “nueva evangelización”). Rompe con la christianitas
y con la concepción del hombre y del mundo que tiene la Iglesia medieval,
temerosa de las novedades que alumbraba la Nueva Era. La Iglesia jerárquica
rechaza, por razón de supervivencia, todo lo nuevo; porque sabe que las
novedades son una amenaza a sus anquilosados dogmas. Dios (y la institución que
lo representa) dejará de ser el centro de todas las cosas, y ese lugar lo
ocupará el hombre. Erasmo pasa del teocentrismo medieval al antropocentrismo
que aparece claramente en los Evangelios. Erasmo no levantó la mirada hacia el
cielo cristiano con menor fe que hacia el Olimpo griego.

La pietas cristiana, que Erasmo no
se cansará de defender, es una espiritualidad personal e íntima, practicada en
el templo de la propia conciencia. En su libro Enchiridion militis
christiani
(Manual del soldado cristiano), base de todo el movimiento
erasmista, defiende una audaz reforma religiosa y hace una llamada urgente a
que cada hombre interiorice el mensaje evangélico. Censuró todo lo que de
muerto había en el catolicismo (y era mucho) y se colocó a la vanguardia de los
innovadores. Invitaba a sus lectores a descubrir lo esencial del cristianismo
por debajo de las apariencias, a vivir el mensaje evangélico en espíritu, y
rechazar, como hojarasca muerta, las observaciones exteriores, según la
sentencia tan certera de san Pablo: la letra mata y el espíritu da vida.
Erasmo privilegiaba la religiosidad interior sobre la exterior. La liturgia,
toda la parafernalia de ritos, ceremonias, santos e indulgencias, la
organización jerárquica de la Iglesia, incluso sus dogmas, pasaban a ser
elementos secundarios, prescindibles. Su dura crítica al clero regular y a la
corrompida estructura eclesiástica (como mantenedores de las supersticiones que
esclavizan al hombre), provocó un durísimo enfrentamiento entre los erasmistas
y los frailes.

Monachatus
non est pietas
(ser monje no supone forzosamente piedad auténtica)
gritó Erasmo. Y de una a otra parte de Europa resonó como un grito demoledor
contra el estamento religioso. Pero fue sobre todo en España donde causó mayor
alboroto. De tal modo que motivó la famosa conferencia de Valladolid de 1527
para decidir sobre la ortodoxia de Erasmo.
Resumamos algunas claves del humanismo de
Erasmo:
* El hombre es el centro y la
medida de todas las cosas. “Para Erasmo –escribía Lutero– las cosas
humanas significan más que las divinas
. Para Lutero, en cambio, lo
religioso era lo más importante que había en la tierra.
 

* El humanismo aborrece toda violencia.
Ningún derecho justifica la guerra. Aun cuando uno crea que le asiste
todo el derecho del mundo, jamás debe resolver cuestión alguna por medio de la
violencia. En este punto, toda circunspección es poca. Sus reproches más
acervos van contra la Iglesia que, con el acrecentamiento de su poder temporal,
ha renunciado a la gran misión de mantener la paz cristiana universal.

* Toda intolerancia y partidismo son
ajenos a su teoría de la concordia universal. Para Erasmo no existen
naciones ni fronteras sino una patria común global. Todo ser humano, sin
exclusión de ningún tipo, puede ser ciudadano de esa comunidad. En caso de
conflagración, los humanistas no tienen que alentar con celo partidista
las hostilidades. Por el contrario, deben colaborar juntos para poner fin al frenesí
inhumano y bestialmente salvaje de la guerra
.
* No hay verdades absolutas. La
verdad siempre es ambigua y multicolor. No pondría yo mi cabeza por la
verdad
, declara Erasmo. Lutero se mofa de él porque no quiere afirmar
nada con seguridad… por todas partes anda como sobre huevos, sin querer
aplastar ninguno… considera la paz corporal, la comodidad y la tranquilidad
como cosa más alta que la fe. Lutero, en cambio, tiene las ideas clarísimas y
está dispuesto a defenderlas aunque el mundo entero se convierta en discordia y
se hunda totalmente y sea sólo ruina
.
* La verdad absoluta lleva al fanatismo.
Sus partidarios quieren imponerla a la fuerza a todo el mundo, valiéndose de
cualquier medio (inquisición, censura, anatema, hoguera). La dictadura de una
idea, como única forma de fe y de existencia, rompe la unidad y provoca la
desavenencia universal. Todo dogma es una declaración de guerra contra la libertad
de espíritu
. Quien quiera ser cristiano, dirá Erasmo, tiene que
ser pacífico y tolerante
. Quien quiera ser cristiano, le
responderá el inflexible Lutero, no le es lícito ceder jamás, aunque todo el
universo perezca por ello.
Defensor insobornable de la libertad de
pensamiento
, Erasmo nunca quiso atarse a dogma alguno ni decidirse por
ningún partido, por eso en ninguna parte encontró un hogar que pudiera llamar
suyo. Espíritu libre e independiente, buscó, mediante la mutua comprensión,
una síntesis armónica y suprema de todas las ideas.
* La razón por encima de la fe y de
las supersticiones. En la bóveda del Antiquarium del Residence Museum de
Munich, aparece pintada, esta máxima: Fides certior ratione (La fe es
más segura que la razón). Quien la mandó escribir debía de tener esa fuerte
convicción. Fides certior ratione no está mal para esculpirla en el
frontispicio de una Biblioteca de Teología. Sin embargo, Erasmo, a mi modo de
ver, hubiese mandado esculpir en piedra la sentencia opuesta: Ratio
certior fide
(la razón es más cierta y segura que la fe).
En esta hora, en que la Iglesia pone tanto
interés en resaltar las raíces cristianas de Europa, habrá que escuchar las
sabias reflexiones del humanista Erasmo, no sea que alguien nos den gato por
liebre.»
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