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La Pandemia amenaza al Capital Humano

 

 

«Según un nuevo informe, la pandemia de COVID-19 representa una amenaza para los logros que tanto costó conseguir durante la última década en las áreas de salud y educación» (y en especial en loa países pobres), afirmó el Banco Mundial (BM) cuando el pasado 16 de septiembre dio a conocer el documento 2020 Human Capital Index (Índice de Capital Humano 2020). Como «Capital Humano» se entiende los conocimientos, habilidades y salud que las personas acumulan durante el transcurso de su vida. Ver el comunicado de prensa del BM aquí.

En el documento se incluyen datos sobre salud y educación correspondientes a 174 países (que representan el 98 % de la población mundial) hasta marzo de 2020, con lo que se ofrece un parámetro previo a la pandemia de la salud y la educación de los niños. En el análisis se muestra que, antes de la pandemia, la mayoría de los países habían realizado avances constantes en la creación de capital humano en los niños, y que los mayores logros se habían producido en los países de ingreso bajo. A pesar de este avance, e incluso antes de que se sintieran los efectos de la pandemia, un niño nacido en un país promedio podía esperar alcanzar solo el 56 % de su capital humano potencial, teniendo como punto de referencia una educación completa y plena salud.

 

En el Índice de Capital Humano 2020 también se presenta un panorama de la evolución de los resultados obtenidos en materia de capital humano durante una década, desde 2010 hasta 2020, que permite observar mejoras en todas las regiones (en los casos en que se dispone de datos) y en todos los niveles de ingreso. Estos resultados positivos se debieron, en gran medida, a mejoras en la salud y se tradujeron en tasas más altas de supervivencia de niños y adultos y menores índices de retraso del crecimiento, así como en un aumento de la matriculación escolar. Hoy estos avances están en peligro debido a la pandemia mundial.
“La pandemia pone en peligro los avances en la creación de capital humano logrados a lo largo de una década, incluidas las mejoras en salud, tasas de supervivencia y matriculación escolar y la reducción del retraso del crecimiento. El impacto que la pandemia ha tenido sobre la economía ha sido especialmente fuerte para las mujeres y las familias más desfavorecidas, muchas de las cuales han quedado en situación de vulnerabilidad frente a la inseguridad alimentaria y a la pobreza”, afirmó David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. “Es fundamental que los países protejan a las personas e inviertan en ellas como parte de sus esfuerzos por sentar las bases para una recuperación sostenible e inclusiva y para el crecimiento futuro”.

En el análisis se llega a la conclusión de que los resultados en materia de capital humano en las niñas son, en promedio, más altos que en los niños. Sin embargo, esto no se ha reflejado en oportunidades similares para el uso del capital humano en el mercado laboral: en promedio, las tasas de empleo son 20 puntos porcentuales más bajas en las mujeres que en los hombres, y en muchos países y regiones la diferencia es mayor. Además, la pandemia agrava los riesgos de violencia de género, matrimonio infantil y embarazo adolescente, situaciones todas que reducen las oportunidades de aprendizaje y empoderamiento de mujeres y niñas.

 
Sin embargo, los países pueden hacer algo más que solo trabajar para recuperar los avances perdidos. A fin de proteger y acrecentar los logros en el capital humano previamente conseguidos, es necesario que amplíen la cobertura y la calidad de los servicios de salud en las comunidades marginadas, promuevan resultados de aprendizaje y la matriculación escolar, y apoyen a las familias vulnerables con medidas de protección social adaptadas a la magnitud de la crisis que ha representado el coronavirus.
El Grupo Banco Mundial trabaja en estrecha colaboración con los Gobiernos para elaborar soluciones a largo plazo a fin de proteger a las personas e invertir en ellas durante la pandemia y posteriormente.

La aplicación de medidas normativas ambiciosas y basadas en datos empíricos en las áreas de salud, educación y protección social puede permitir recuperar el terreno perdido y allanar el camino para que los niños de hoy superen los logros en capital humano y los niveles de calidad de vida de las generaciones que los precedieron. Nunca ha sido más importante que hoy cumplir plenamente la promesa creativa que representa cada niño.

Si no se realizan esfuerzos considerables para contrarrestar estos efectos, el cierre de escuelas provocará pérdidas de aprendizaje, aumento de la deserción escolar y mayor desigualdad, y la crisis económica —que afecta a los hogares— agravará el daño debido a la reducción de la oferta y demanda educativa. Esos dos impactos tendrán, en conjunto, un costo a largo plazo sobre el capital humano y el bienestar. Sin embargo, si los países reaccionan con rapidez para lograr que el aprendizaje no se interrumpa, pueden mitigar el daño e incluso transformar la recuperación en una nueva oportunidad.

El objetivo de los sistemas educativos debe ser recuperarse pero no repetir lo hecho anteriormente, dado que en muchos países la situación antes de la pandemia ya se caracterizaba por un grado de aprendizaje demasiado bajo, altos niveles de desigualdad y avances lentos. El BM lo ve como una oportunidad de “reconstruir en mejores condiciones”, utilizando estrategias más eficaces de recuperación después de una crisis como base para introducir mejoras a largo plazo en áreas como las evaluaciones, la pedagogía, la tecnología, el financiamiento y la participación de los padres.

El BM destinará hasta 160 000 millones de dólares en asistencia financiera durante un período de 15 meses para ayudar a más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables, respaldar a las empresas e impulsar la recuperación económica.

 

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