Icono del sitio Fundación Novia Salcedo. empleo, emprendizaje, futuro.

«Si reducen más los salarios, ahogarán el crecimiento»

Raymond Torres es un investigador francés de La Sorbona nacido en Madrid hace 52 años. Es francés por parte de madre, está casado con una navarra y analiza España desde Ginebra, que es donde vive y donde dirige el Instituto Internacional de Estudios Laborales (IIEL) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la ONU. Bajo su dirección trabajan 30 investigadores de todo el mundo y están pensando trasladar el Instituto de Ginebra a Barcelona. La Vanguardia ha publicado una entrevista suya este fin de semana.
Raymond Torres cree en la justicia social y en que puede obtenerse en libre mercado. Opina que política y religión es mejor no mezclarlas. Cree que la transición está agotada, que necesitamos otro proceso constituyente y un nuevo pacto social y territorial en España. Y pronto. O se renegocia o se rompe, señala. Las autonomías tampoco han logrado, en su opinión, convertir más autogobierno en menos paro; ni mejorar la formación profesional: debemos volver al aprendiz, indica. Piensa que las soluciones siguen estando en Europa: en el modelo austriaco, que permite al empleado mantener sus derechos sin frenar su movilidad entre empresas; y en la cesión de la gestión del empleo juvenil a la UE, indemnizaciones de desempleo incluidas.

Cuando se le pregunta por qué no funciona en España la reforma laboral, contesta que es porque no tenemos crecimiento. El crecimiento, destaca, o lo genera el Estado con inversión pública y estímulos fiscales… o lo crea el consumo de las familias, ahora estrangulado por sus deudas y el paro. Así que, para crecer, sólo les quedan las exportaciones y la inversión de las pequeñas empresas que podrían crear empleo.

La estadística del BCE demuestra que los bancos no están prestando a las empresas y los banqueros alegan que porque no tienen demanda solvente de crédito. Sin embargo los indicacores del BCE apuntan que sí la hay, pero los bancos no la atienden, porque están digiriendo sus propios problemas. Y ahí encontramos el primer gran nudo del crecimiento español: mientras los bancos no den crédito, las empresas no crearán empleo y por tanto no habrá crecimiento. Desde 2011, España exporta mucho y de todo. Por eso estamos pidiendo ahora que las empresas no reduzcan más los salarios. Es ¡de sentido común! Las empresas han reducido los salarios ya, pero los precios, no. Y pese a tener ese margen mayor de beneficio, no han invertido ni han creado empleo. Esperan a que se disipen incertidumbres y a que aumente la demanda. Pero no aumentará si todos siguen reduciendo sueldos. Por eso, pedimos también a Alemania que los aumente y tire así de las exportaciones de toda la UE.

Lo urgente en España ahora, además de esa reforma bancaria, es una política industrial que no  tienen. Tras el fin de la construcción… no sabemos qué modelo productivo se quiere tener y sin embargo ¡todo el país debería saber hacia dónde va!. Sería un liderazgo esperanzador, pero sobre todo daría coherencia a todas las reformas pendientes y a su modelo educativo que, es obvio, el que hay no funciona. La formación profesional debería tener prestigio universitario, pero aún es una vía de segunda, y pregunta al periodista: ¿por qué no lleva usted un aprendiz de periodista a su lado aquí y ahora?

En Alemania, Suiza, Austria… todos los profesionales llevan siempre un aprendiz al lado. Enseñar es un deber entre generaciones: donde no hay aprendices, hay parados. Enseñar, aprender y trabajar es lo mismo. O entran las empresas en la educación o entra el paro. Las universidades públicas deben imitar a las privadas y, en vez de dar títulos y olvidarse de sus titulados, tienen que tutelarlos hasta su primer empleo. Porque el Inem hoy es sólo una ventanilla burocrática inoperante. Y costaría poquísimo hacerlo eficiente para que ayudara de verdad a encontrar empleo: cada desesmpleado debe tener un asesor motivado, porque hoy el parado es el principal cliente de la Administración

Preguntado por los Miniempleos, opina que son mejores que el paro siempre que ninguno acabe convertido en el empleo para siempre de nadie. Los Miniempleos servirían como trabajos de transición en un mercado laboral fluido. Y si no hay miniempleos, pues tiene que haber empleos subvencionados… Mejor subvencionar el empleo que subvencionar el paro. Por eso es urgente una garantía de activación para cada parado en España. Que elijan: o volver a formarse o volver a usar un servicio de empleo reformado y eficiente. Ningún desempleado puede permitirse estar parado. Ningún país puede aceptarlo, destaca.

Y para concluir, señala que el modelo a seguir es el austriaco, porque nació del acuerdo entre patronal y sindicatos. Las empresas depositan un tanto del salario en un fondo que cada empleado se lleva consigo cuando cambia de empresa: así tiene movilidad sin perder derechos. Y, antes de cobrarlo al jubilarse, también puede invertir todo o parte de ese fondo personal en su propia formación. Tengo muchos amigos que aguantan en una empresa que no les gusta por no perder derechos. Si pudieran cambiar de empresa conservándolos, serían más eficientes.

Un último asunto que le preocupa y que investigan desde su Instituto es ver cómo la UE puede llegar a ejercer las competencias del desempleo juvenil con los subsidios. En España costaría 20.000 millones de euros anuales: sería acelerar el mercado laboral europeo. Mejor trabajo en Bonn que paro en España, dice. Pero la meta es que Europa permita elegir.

Salir de la versión móvil