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Economía del bien común. Un modelo de economía con futuro

Texto
redactado a partir de notas tomadas por Carmen Echevarría en la conferencia
pronunciada en la Facultad de Ciencias Económicas de Sarriko por el profesor Christian
Felber.
Christian Felber (Salzburgo, 1972) cuando
entró en la universidad quería adquirir un conocimiento “universal”, por eso estudió
varias disciplinas como ciencias políticas, psicología, sociología o filología
románica, especializándose en divulgar materias de economía sostenible y
alternativas para los mercados financieros. Siendo miembro fundador del
movimiento global “Attac” en Austria e iniciador de la denominada “Banca
Democrática”, es también bailarín y escritor, además de profesor de economía
desde 2008 en la Universidad de Viena. 
Con este currículo no es de extrañar
su inquietud por un modelo económico alternativo que le ha llevado a trabajar
los valores de la eficacia, eficiencia, rendimiento, éxito, beneficio, etc…
Después de analizarlos surgió la publicación de un libro sobre otros nuevos
valores, lo que llevó a 15 empresarios austriacos a un acercamiento a sus ideas
sintiendo que el modelo económico actual no les satisfacía porque no
contemplaba la ética. Aristóteles ya decía que “una economía que sólo aspira al
beneficio financiero es antinatural”. Y la Fundación Bertelsmann, en una
encuesta promovida en Alemania y Austria con la pregunta: ¿desea usted un nuevo
orden económico? concluyó que un 80% de los encuestados en Alemania y un 90% de
los encuestados en Austria respondieron que sí, que deseaban un nuevo orden
económico.
Partiendo de estas inquietudes, ese
núcleo de 15 empresarios junto con el profesor Felber desarrolló el modelo denominado “Economía
del Bien Común”, que se basa en el ser humano como centro de la actividad
económica y la práctica democrática en la economía real. El objetivo de este
modelo es adaptar la economía real capitalista, en la que priman valores como
el afán de lucro y la competencia, a los principios constitucionales recogidos -entre
otras- en la Constitución de Baviera en su artículo 151: Toda actividad económica sirve al bien común.

La Economía del Bien Común se debe
regir, según Felber, por una serie de principios básicos que representan
valores humanos como: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación,
solidaridad, generosidad y compasión. Porque la ciencia ha comprobado que las
buenas relaciones hacen más feliz al ser humano y le motiva más que los vicios negativos
que están fomentados por el orden económico actual. En este modelo se trata de
que las empresas que se guían por estos principios y valores obtengan ventajas
legales que les permitan sobrevivir a los valores del lucro y la competencia
actuales. Por ésto hay que buscar un orden legal que permita vivir de los
valores y el espíritu de las Constituciones, y sustituir la competencia por
la cooperación
y el ánimo de lucro por la contribución al bien común. 
Adam Smith consideró hace más de 200
años que la libre competencia era el método más eficaz de la economía (afirmando
que las contradicciones engendradas por las leyes del mercado serían corregidas
por lo que él denominó “la mano invisible” del sistema). Sin embargo, de un
total de 380 estudios evaluados en la actualidad, el 87% afirma que la
competencia NO es el medio más idóneo en la economía. La competencia genera
miedo, mientras que el objetivo de la cooperación es alcanzar una meta igual.
Porque en la economía real actual, el
éxito económico se mide con indicadores monetarios como el Producto Interior
Bruto en el nivel macroeconómico, y el Beneficio financiero en el nivel
microeconómico. Indicadores que dejan fuera a los seres humanos y al medio en
el que vivimos. Estos indicadores no nos dicen nada sobre si hay guerra, se
vive en una dictadura o destruimos el medio ambiente. Tampoco el beneficio de
una empresa nos indica nada acerca de las condiciones de sus trabajadores, lo
que se produce o cómo se produce.
El éxito no debe ser un indicador
monetario. Medir los medios no es fiable, es el fin lo que hay que medir. Son
las necesidades satisfechas lo que lleva al bien común y por tanto deberían ser
el fin o la meta de la economía. En Bután, por ejemplo, se mide el estado de la
felicidad de los ciudadanos: cómo les va a sus hijos, si cuentan con sus
vecinos, si tienen tiempo para meditar… en definitiva, la satisfacción y la
calidad de vida, parámetros que acercan a medir la felicidad. Éste debería ser
el indicador a nivel macro: el bien común. Y en el nivel micro, el llamado “balance
del bien común” (BBC) sería el indicador de medida. Cómo una empresa vive: la
dignidad humana, la solidaridad, la sostenibilidad, la justicia social, la
participación democrática y la transparencia. Todos estos valores están
recogidos en las constituciones europeas, luego no deberían resultar ajenos a
la vida en la empresa.
La evaluación de esos valores podría
permitir, en definitiva, al consumidor escoger los productos más adecuados a
sus intereses, y a las empresas ver recompensado su BBC con más ventajas
legales. 

2 comentarios

  1. me gustaria que hubiera una sociedad construida con valores humanos y que esto incidiera en una buena calidad de vida para el pueblo y que parte de esa riqueza que genera el pueblo se dedicara a mantener esa calidad de vida y avanzar en una vida mejor para todos,esto no es una autopia si los sinverguenzas que manipulan y dominan el pais no se llevaran la riqueza del pueblo.

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