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Brechas de Género en España: El impacto de la Familia en la carrera profesional de hombres y mujeres con educación universitaria

El presente artículo es el resumen de un trabajo de las investigadoras Sara de la Rica y Ainara González de San Román. Fue publicado en el Boletín nº 12 de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales en marzo de 2012.

Ainara González de San Román, se ha incorporado recientemente como colaboradora del LIIS (Laboratorio de Investigación en Innovación Social) de Fundación Novia Salcedo.

La dotación
de capital humano de la fuerza laboral – habilidades, educación y
productividad, es uno de los determinantes más importantes del grado de
competitividad de una sociedad. A lo largo del tiempo, esta competitividad
depende en gran medida de cómo los países aprovechan los recursos humanos de
sus ciudadanos. El envejecimiento de la población en edad de trabajar  junto al espectacular aumento del nivel
educativo alcanzado por las mujeres en nuestro país durante las últimas décadas
nos obliga a considerar a este colectivo como una parte fundamental de la
presente y futura mano de obra de nuestra sociedad. Los Gobiernos y las
Instituciones deben jugar un papel relevante en la creación del marco legal que
permita una participación plena de las mujeres en el mercado laboral a lo largo
de toda su vida laboral, y a su vez, colaborar en la eliminación progresiva de
normas sociales tradicionales que de una u otra manera la limitan. De la misma
manera, las empresas también deben creer profundamente en la necesidad de crear
condiciones de trabajo en las cuales hombres y mujeres con hijos puedan
conciliar la vida laboral y familiar sin tantas dificultades como las que
existen en la actualidad en nuestro país.
Ni qué decir
tiene que las mujeres han realizado un progreso enorme en el mercado de
trabajo, en particular en los países más industrializados. De hecho, en la
actualidad, la proporción de mujeres con estudios universitarios supera al de
los hombres en prácticamente todos los campos de conocimiento, con la excepción
de ingeniería y matemáticas. Este proceso, aunque quizá con diferentes tempos,
ha sido observado en la mayoría de los países industrializados. Sin embargo,
después del periodo educativo, las carreras profesionales de hombres y mujeres comienzan
a divergir. La familia juega un papel crucial, aunque no único, para entender
estas diferencias. Las mujeres asumen las responsabilidades familiares en mucha
mayor medida que sus compañeros varones. Esto afecta necesariamente sus
decisiones con respecto a su oferta laboral, su acumulación de capital humano,
y en definitiva y a la postre, a su resultado en el mercado de trabajo.
Ainara González de San Román
El boletín que aquí se presenta es el resumen de un trabajo[1]
cuyo objeto de análisis son hombres y mujeres con estudios universitarios y
explora los trade-offs entre la vida laboral y la vida familiar en España, país
en el que se observa un cambio muy importante en el comportamiento de la mujer
en cuanto a su relación con el mercado laboral en las últimas décadas. Mediante
la utilización de las sucesivas Encuestas de Población Activa (desde 1986 hasta
la actual), mostramos en primer lugar evidencia de brechas de género en cuanto
a la oferta de trabajo (tasas de empleo (margen extensivo), y tasas de
tiempo-parcial (margen intensivo) a lo largo del ciclo vital y para cohortes
diferentes – en particular para cuatro cohortes, que son las nacidas en 1960,
1965, 1970 y 1975. Esta evidencia nos permite en primer lugar comparar
diferencias de género a edades diferentes para una misma cohorte, en
particular, a edades previas y posteriores a la entrada en la maternidad. En
segundo lugar, al comparar diferentes cohortes es posible observar cambios a lo
largo del tiempo en el comportamiento de las mujeres con respecto a su oferta
de trabajo y en consecuencia posibles cambios en el modo de conciliar la vida
laboral con la familiar.
El análisis
descriptivo de los datos nos permite observar, que al comparar las tasas de
empleo de hombres y mujeres con educación universitaria en edades muy tempranas
(menores de 25 años), las de las mujeres son incluso mayores que las de los
varones. Sin embargo, hacia los 30 años ya se vislumbra una brecha de género
que alcanza el 15% en las cohortes más mayores (nacidos en los 60) y se reduce
al 7% entre los nacidos en 1975. Esta brecha de género tiene una forma de U, de
modo que hacia los 40 años la brecha en la tasa de empleo disminuye aunque la
paridad en las tasas de empleo no se recupera a ninguna edad.
Sara de La Rica
Este hecho
observado sugiere que la familia y el cuidado de hijos puede estar detrás de este
diferencial en participación laboral entre hombres y mujeres. Además, la
evolución observada a través de las diferentes cohortes indica que para las
generaciones más recientes de las mujeres más educadas se está produciendo una
mayor posibilidad de conciliación entre la vida familiar y laboral. Si
analizamos el contexto intensivo (número de horas), se observa que el uso del
tiempo parcial ha sido gradualmente más utilizado por mujeres al entrar en la
maternidad.
Para poder
cuantificar el impacto de la familia en la brecha de género en cuanto a oferta
laboral, así como su evolución, analizamos dos bases de datos individuales, en
particular la ola de 1994 de la Encuesta Europea de Hogares, y la ola de 2008
de la Encuesta Europea de Condiciones de Vida. Ambas son encuestas
perfectamente comparables, se dispone de información individual de individuos
representativos de nuestro país.
Los
resultados de nuestro estudio indican lo siguiente: En primer lugar, con
respecto a la brecha de género en el margen extensivo de la oferta de trabajo
(tasas de empleo), se observa un patrón muy diferente entre 1994 y 2008: En el
primero, la brecha de género en las tasas de empleo es notable incluso entre
hombres y mujeres sin hijos – 11%, que alcanza el 31% al comparar hombres y
mujeres con hijos. Sin embargo, para el 2008, la brecha de género en las tasas
de empleo entre hombres y mujeres sin hijos ha desaparecido, y alcanza el 14%
entre hombres y mujeres con hijos. Los hijos explican el 56% de esta brecha de
género. Por tanto, parece que para el 2008 el comportamiento de mujeres
universitarias en cuanto a la entrada en el mercado de trabajo es muy parecido
al de sus colegas varones. Es sobre todo la presencia de niños quien provoca
que el 14% de ellas abandonen.
En segundo
lugar, con respecto a los hombres y mujeres que no abandonan el mercado laboral
con la llegada de niños, los resultados revelan que son básicamente las mujeres
quienes utilizan la herramienta del tiempo parcial para conciliar su vida laboral
con la familiar. Se observan importantes diferencias en el uso del tiempo
parcial en 1994 y en 2008: En primer lugar, mientras que el 15% de mujeres sin
hijos hacían uso del tiempo parcial en 1994, esta proporción decrece hasta el
10% en 2008. Sin embargo, si bien solamente el 11% de las mujeres con hijos
hacían uso del tiempo parcial en 1994, esta proporción crece hasta casi el 20%.
Esto sugiere un claro cambio en la concepción del tiempo parcial entre las
mujeres en estos 15 años: En la actualidad, su utilidad está mucho más
orientada a la conciliación entre familia y empleo, ya que son particularmente
las mujeres con hijos quienes hacen uso de tal posibilidad. Es posible que
parte de este cambio se deba a la Ley de Tiempo Parcial aprobada en 1998 que
mejoró las condiciones fiscales de las mujeres que se acogían a la posibilidad
del tiempo parcial, entre otras mejoras.
Estos
resultados indican que incluso entre los colectivos más educados, la familia
provoca un cambio de comportamiento en muchas mujeres con respecto a su
relación con el mercado de trabajo. Si este cambio de comportamiento se produce
por la incapacidad de conciliar mejor la vida laboral y familiar, entonces
existe un importante margen para que empresas y otras instituciones desarrollen
mecanismos de flexibilidad que permitan combinar mejor la vida laboral y
familiar. La sociedad sin duda, les necesita.

[1] El trabajo
completo puede encontrarse en: http://ftp.iza.org/dp6978.pdf

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