Mikel Calvo entrevista a Maite Aranzabal, Presidenta de la Fundación Novia Salcedo

Maite Aranzabal Harreguy preside la Fundación Novia Salcedo con el objetivo claro de reforzar su presencia en Gipuzkoa, un territorio que conoce bien por raices familiares y profesionales. Aunque la entidad nació en Bilbao hace 45 años, lleva tiempo operando en todo Euskadi con programas para la integración de jóvenes en las empresas. Aranzabal defiende una inserción laboral de calidad y aboga por una mejor orientación profesional, la dignificación de la Formación Profesional y un modelo de prácticas reguladas como via de entrada efectiva. «Los jóvenes ya no se conforman con estabilidad; buscan propósito, desarrollo y equilibrio», afirma.
¿Qué obstáculos siguen encontrando los jóvenes para acceder al empleo?
La situación ha mejorado, pero los datos hay que leerlos con matices. Por un lado, tenemos una caída demográfica importante: hay menos jóvenes. Por otro, sigue habiendo muchos que, aun teniendo formación, no consiguen insertarse en el mercado laboral. Y eso nos lleva al gran problema: hay una desconexión real entre lo que estudian los jóvenes y lo que buscan las empresas. A veces el joven está listo y la empresa tiene una vacante, pero no se encuentran.
¿Qué buscan hoy los jóvenes en un trabajo? ¿Han cambiado tanto las prioridades?
Si, han cambiado mucho. Y para bien, en mi opinión. Los jóvenes de hoy valoran cosas que antes se daban por sentadas o directamente no se planteaban: el equilibrio entre vida personal y laboral, el ambiente de trabajo, la posibilidad de desarrollarse, que lo que hagan tenga un propósito. Nosotros veníamos de una cultura muy centrada en el esfuerzo y en la estabilidad. El modelo era: entras en una empresa, aguantas, y con el tiempo ya subirás. Ahora, no es que no quieran esforzarse, es que quieren que ese esfuerzo tenga sentido.
¿Siguen siendo las prácticas la mejor vía de entrada al mercado laboral?
Si, sin duda. Pero no cualquier práctica. Nosotros defendemos un modelo que lleva años funcionando y que ha sido reconocido incluso por Naciones Unidas y la OIT. Son prácticas no laborales, bien reguladas, con un convenio a tres bandas-empresa, joven e institución y con seguimiento. No se trata de cubrir un puesto barato, sino de formar en un entorno real, de dar oportunidades.
¿Los jóvenes de Euskadi cobran poco?
Aunque tenemos los mejores datos del Estado, en términos netos muchos si cobran poco. Y además tienen pocas expectativas de progresar. Eso desincentiva. No es solo cuánto cobras al empezar, sino si ves que con tu esfuerzo vas a mejorar. Y a veces no se percibe así. También hay que hablar de fiscalidad: muchas veces no somos conscientes de todo lo que se retiene.
¿Qué programas tienen ahora en marcha para facilitar ese primer paso?
Tenemos tres principales. El primero es el de becas, que está abierto todo el año. Luego está ‘Reactivate’, con 146 prácticas remuneradas y bien reguladas, financiadas en parte por el Gobierno Vasco. Y el tercero es ‘Basque Green Talent’, un programa muy ilusionante con el que queremos fomentar el empleo verde en la industria vasca y crear 300 nuevos puestos en cuatro años.
¿La Formación Profesional ha ganado reconocimiento o sigue arrastrando prejuicios?
Ha mejorado mucho, pero aún queda camino. En algunas ramas, la FP tiene más salidas que muchas carreras universitarias. Hablamos de oficios técnicos donde hay una demanda brutal: instaladores, electricistas, técnicos de mantenimiento… Muchos de esos perfiles no se cubren. Además, la FP está muy ligada a la innovación.
¿Falta orientación profesional en los centros de estudio?
Falta y es clave. Orientar no es decidir por el joven, es ayudarle a descubrir en qué es bueno, qué le gusta y dónde puede tener salidas reales. Con el SEPE estamos formando a mil orientadores en toda España porque creemos que sin una buena orientación, la inserción laboral es mucho más difícil. Si no cuidamos esa transición, se convierte en una experiencia frustrante para ambos lados.
¿Cómo están trabajando con jóvenes en situación de vulnerabilidad o con perfiles migrantes?
Con mucho compromiso. Muchos jóvenes migrantes, por ejemplo, parten con desventajas objetivas, pero con apoyo logran integrarse, aportar, incluso convertirse en referentes para otros. Pero esto no lo puede hacer una sola entidad. Hace falta cooperación, instituciones implicadas y políticas que entiendan que el empleo no es solo un dato económico, es una herramienta de inclusión.
¿Se está perdiendo atractivo del sector privado frente al público entre los jóvenes?
Es algo que estamos viendo. Hay jóvenes que prefieren la estabilidad del sector público, aunque el salario no sea tan alto, porque valoran el tiempo libre, la previsibilidad. Y eso es un aviso para el sector privado. Tiene que ofrecer condiciones competitivas no solo en sueldo, también en entorno, en proyecto, en flexibilidad.
Fuente: DIARIO VASCO