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La razón de los milagros económicos

Bajo
este título se encuadra el tercer capítulo de “El paradigma de las
interacciones” de Josep Burcet que ya vimos en esta entrada, y cuyo contenido
me trae ciertos ecos de la actualidad económico-social que atravesamos.
Burcet
parte de la hipótesis de que “cuando en
una población predomina la sensación generalizada de poder ir a más se producen
crecimientos económicos que por su intensidad parecen milagrosos”,
centrando
el poder de las derivas económicas más en hechos analizables por la Psicología
Social que en base a recetas prescritas por las ideologías políticas o las
teorías económicas. 
De hecho, meses
atrás, Documentos TV emitió el documental “El poder del dinero” donde
Investigadores de la Universidad de Stanford demuestran como las decisiones
económicas tienen poco de racional y mucho de emocional, que pueden ver aquí.
Pero
volviendo al texto de Burcet, este autor nos muestra como los tres mayores
milagros económicos registrados en los últimos 80 años (la Alemania de los 30 y
los 50 y el caso chino) depende de estados colectivos de” poder ir a más”.
Echémosles un vistazo en detalle:
Alemania años 30

A principios de los años 30,
la economía alemana estaba muy mal parada como consecuencia de tres
condicionantes encadenados: las gravosas condiciones que se le impuso al fin de
la I Guerra Mundial (obviamente sumado a la devastación fruto de 5 años de
guerra), la hiperinflación que les siguió en los años 20 y finalmente el crack
del 29 que en pocos meses llevó a la quiebra a muchas empresas, alcanzando
Alemania la cifra de 6 millones de parados.
Este escenario económico
alimenta el caldo de cultivo (entre otros factores) de la aparición del nazismo
y la llegada de Hitler al poder en el 33.
En
los 6 años posteriores (33-39) la economía alemana desarrolló una tremenda
máquina de guerra con el respaldo de una industria potente y eficiente,
mientras que en conjunto la economía, la innovación y la tecnología se
desplegaron con un gran vigor. Para Burcet uno de los factores clave en este proceso fue
el impulso que el nazismo impregnó a la población sobre su capacidad de
hacerlo
, aunque obviamente nos recuerda se trataba “de una receta envenenada que llevaría al país a la devastación al cabo
de unos años”.

La
propaganda nazi creó la ilusión de superioridad del pueblo alemán. Recuperando
este su autoestima se sintió ganador y entró en un estado de revigorización
psíquica colectiva y renovación vital, sin embargo la revigorización únicamente
se fundamentaba en en meras apariencias fabricadas por
la maquinaria de la propaganda. En esto Burcet encuentra una analogía con la
formación de las burbujas económicas: “la
gente cree que se está enriqueciendo, se lanza y está eufórica cuando en
realidad está cavando una tumba”.
¿Nos suena? 
Alemania años 50

La situación de la que parte
Alemania en los 50, no difiere mucho de la anterior: “fábricas e infraestructuras destruidas o dañadas a lo largo y ancho del
territorio, unas directrices de los vencedores para limitar la producción
industrial, un déficit de 4 millones de viviendas, diez millones de desplazados
de los territorios alemanes del este que al final de la guerra pasaron a formar
parte de Polonia y la Unión Soviética, dos millones de refugiados procedentes
de la República Democrática, que fueron llegando antes de que se alzara el muro
de Berlín en 1961, más de un millón de niños atendidos con dinero público, la
práctica totalidad de familias diezmadas o destrozadas…”



Imagen de Berlín al final de la II Guerra Mundial


Sin embargo en 1950
(solo cinco años después del fin de la guerra) la economía creció un 25 %. Nos
recuerda Burcet que este prodigioso despegue del crecimiento se ha atribuido a
las ayudas del Plan Marshall, pero en su opinión no lo corroboran ya que “entre 1948 y 1951 Alemania solo recibió
1.448 millones de dólares de ayuda, mientras que Francia, en el mismo período,
recibió 2.296 millones y el Reino Unido 3.297
”, convirtiéndose en el líder
económico europeo con una de las divisas más fuertes del mundo. 
¿La diferencia fundamental con
la Alemania de los años 30? Que esta vez, la sensación de estar ganando estaba
mucho más conectada con la realidad.
 “El efecto euforizante” se sostenía
ligado al hecho de la recuperación post-bélica: “las familias se reconstruían, la capacidad de producción se ponía en
marcha, se recuperaba el acceso a los bienes de consumo y se albergaba la
esperanza verosímil de conquistar nuevas cuotas de prosperidad.”
El caso chino

A
pesar de no detenerse excesivamente en el caso Chino Burcet nos señala dos
datos paradigmáticos: Durante 23 años consecutivos China ha estado creciendo
con tasas anuales situadas alrededor del 10 %, lo que ha producido que millones
de personas se han visto espoleadas por la posibilidad de real de ir a más y
han tenido la oportunidad de ir lográndolo. (Aunque muchos de las y los lectores de este Blog apuntarán que la población campesina china ha quedado apartada de las posibilidades de progreso)
           
  Shanghai en la actualidad


Los
casos analizados por Burcet muestran que el factor crecimiento está íntimamente
relacionado con el estado psíquico de la población y con la satisfacción de
su necesidad de ganar
Obviamente la
cruz de esta moneda es que “cuando la
mayor parte de la población tiene la impresión de que no va a poder satisfacer
su necesidad de ganar, el tono vital colectivo disminuye y entonces la economía
fácilmente se estanca o entra en recesión”
. Ver las encuestas de confianza recientes, asustan: caídas continuadas desde el comienzo de la crisis.
Nadie puede negar que en la actualidad el tono colectivo en nuestro entorno no es el más idóneo para encarar los retos que nos enfrentan como sociedad.
Para
Burcet el camino del futuro europeo pasa por asumir cambios estructurales a
nivel económico, por supuesto, pero especialmente con las estructuras
institucionales y culturales europeas. “La
potenciación de esta plasticidad (institucional y cultural) es la verdadera y
única respuesta para desencallar la economía europea y para devolver a sus
ciudadanos su bien más valioso de todos: la ilusión creíble de poder ir
a más”.

Desde el Ícaro Think Tank apostamos por la reconstrucción de la confianza desde el proyecto cooperativo. Cooperación como equilibrio entre la confianza y la competitividad, entre la productividad y la innovación, caminando hacia una sociedad de modelo ganar-ganar.

3 comentarios

  1. En los años 50-60 después de la II Guerra Mundial circuló el dicho "Para tener éxito hay que perder una guerra" (o algo así) en alusión al Plan Marshall. Con la reunificación de Alemania y la caída del Muro de Berlín, no hubo un Plan Marshall, y sin embargo a pesar del lastre de la pobre Alemania Oriental, creció por encima de los demás países europeos. Gracias al espíritu de cooperación del Oeste y el Este del país, pero por los alemanes que yo he conocido personalmente, también y sobre todo por su rigor, sentido del orden, y carácter trabajador, que no quitó a su buen humor y hospitalidad.El alemán no suele vivir "de la cara". Ya hacen 50 años que cayó el Muro "de la vergüenza". Ver:
    http://marismeno.blogspot.com.es/2011/08/hace-50-anos-se-inicio-la-construccion.html

  2. Perdón por el lapsus: Hace 50 años que se construyó el muro…

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